jueves, 27 de mayo de 2010

Dime que a quién niegas y te diré quién eres

La Nación está que trina. La Nación siente que se han apropiado de su Patria –llena de Patricios, de vacas centenarias, de radiantes bostas adornadas con cultura inglesa. El bicentenario fue la peor tragedia de la historia. Rosas, Zapata, Pancho Villa, Bartolina Sisa fueron invitados a esta gran gala latinoamericana. El vacío simbólico de sentido –dicen estas pestes-, se llenó con la figura de Ernesto Che Guevara. Cuadro de Videla por cuadro del Che: “¡¿Quién se cree que es, Evita?!”- se escuchó decir murmurar entre la-gente. El caso es elocuente, ¡Están que trina!

González, ministro de Julio Roca, recurrió para elaborar ese precoz código laboral a socialistas como Ingenieros o Del Valle Iberlucea. Ocho años más tarde, Roque Sáenz Peña pactó la ley de voto secreto, obligatorio y universal ?excluyendo a las mujeres, es cierto? con Hipólito Yrigoyen. Por lo visto, hace un siglo se dialogaba más que ahora.

El Historiador perteneciente a esa monarquía académica, Luís Alberto Romero sostiene en un excelente lo siguiente:

Tres dimensiones aparecen en la conmemoración del Bicentenario. Por una parte, se ha recuperado un aspecto algo olvidado de nuestras celebraciones: lo festivo. Casi dos siglos atrás, en 1825, un testigo inglés señalaba que el 25 de Mayo era ocasión para "un festival de tres días". Por entonces, las fiestas patrias consistían en entretenimientos en las plazas, como el juego del palo enjabonado, los circos con payasos, las carreras de chanchos, los conciertos de las bandas o los fuegos artificiales. Había un lugar, por supuesto, para la ceremonia oficial, el Himno, el tedeum y el desfile, y todo estaba bañado por un patriotismo algo genérico pero muy sano, que diferenciaba las Fiestas Mayas de las de Carnaval.Desde entonces, las transfiguraciones de este espíritu festivo fueron muchas. A fines del siglo XIX, el Estado incluyó las celebraciones patrióticas en su vasto proyecto de construcción de la nacionalidad. Las fiestas patrias se asociaron con los actos escolares, por una parte, y con los desfiles militares. La presencia de algún soldado, o un policía en los actos escolares, y un Himno Nacional ejecutado por una fanfarria militar marcaron la convergencia de las dos dimensiones. A medida que avanzó el siglo XX, el ritual patriótico se fue apartando de lo festivo y llegó a ser opresivo, sobre todo cuando se envolvió con un discurso duramente nacionalista, autoritario y belicista.

Es clara la descripción: de 1810 hasta finales de siglo, la Revolución de Mayo se festejaba festivamente. Corso, carnaval, palo enjabonado, es decir, la patria sembrada de bombillas. Para finales de siglo, con la consolidación del Estado a traves del genocidio de los pueblos originarios, el estado comenzó -aquello que los historiadores llaman “proceso de nacionalización”. Himno, escarapela, bandera, ejército, iglesia, es decir, la patria del centenario. Se reduce en dos conceptos, festividad y solemnidad. Ahora, lo fallido del artículo está en la interpretación histórica del bicentenario:

Hay una tercera dimensión que brilló por su ausencia. Además de fiesta y ceremonia, las conmemoraciones, personales o colectivas, son una invitación a la reflexión. El ejemplo del primer Centenario es contundente. Entonces las elites dirigentes hicieron un balance profundo, como el de Joaquín V. González. No escatimaron elogios por los logros, pero se concentraron especialmente en los problemas y los conflictos. Además de avizorar las tormentas, pensaron sobre las soluciones, como por ejemplo la ley Sáenz Peña de 1912. Eran reformas que el Estado quería y podía ejecutar.

La cuestión Latinoamérica, la política de derechos humanos, la reivindicación política de figuras olvidadas por la historiografía argentina (es decir, los Romeros, los Halperines Donghines). Figuras como el Che, Zapata, Rosas, Bartolina Sisa, dan otra hermenéutica de interpretación. La cuestión cultural-política del bicentenario. Romero se sorprende de la poca reflexión y debería mirarse al espejo. ¿Siendo uno de los historiadores más conocidos en el ámbito académico, no debió él invitar a la reflexión? Siendo Romero titular de la cátedra, Historia de Latinoamérica (materia que curso YO), en la UNSAM, no le conozco la cara. Nunca lo vi, y sin embargo, figuras de otros cuadros interpretativos recorren incansablemente universidad tras universidad para reflexionar sobre el Bicentenario. Ricardo Forster, Ruben Dri, Norberto Galasso son figuras importantes que dan otro sentido a la historiografía política. La postura del Profesor Romero es coherente con la postura de la Nación. En un tilingo artículo, se muestre llegando a visitantes invitados a la cena de gala, y casualmente, la Nación desconoce a los intelectuales:

Horacio Gonzalez, sociólogo, autor de numerosos libros sobre historia, cultura y politica argentina, dicrector de la Biblioteca Nacional. La Nación no lo Nombra

Ricardo Forster, Doctor en filosofía, integrante fundador de Carta Abierta, no es nombrado por la Nación

Durante siglos se negó a Belgrano, Moreno, Castelli, Dorrego, Rosas. Se reivindicó al San Martín militar negando al San Martín político de la patria Grande. Se negó la cultura de los pueblos originario, se negó el voto a la mujer porque era promovido por un gobierno tirano, se negó a los desaparecidos, se negó la historia. Hoy se niega la profunda reflexión sobre el bicentenario en donde figuras latinoamericanas son reconocidas como patriotas de una única Nación, la de la Patria Grande. Solo se puede elogiar la coherencia de la negación, que a esta altura, es constitutivo de la identidad.

Dime a quien niegas y te diré quién eres…

5 comentarios:

Luz dijo...

No te puedo creer...
Ninguneo grueso.

Ya están encaminados hacia el mismo pozo que sus compañeros de Clarín.

Qué mal les cayeron los festejos del bicentenario!!

Ricardo dijo...

Ya La Nación había ninguneado las 500.000 personas del viernes.
La nota al respecto mostraba solo fotos de los preparativos (estructuras de hierro) y, de un plumazo, ¡puff! 500.000 presentes no estuvieron presentes.

Si eso no es un ataque a la libertad de expresión popular...

Saludos.

Marcelozonasur dijo...

La tienen adentro.

Nacho dijo...

Me parece que no lo nombraron a Horacio Gonzalez porque lo confundieron con Lito Cruz!!!
Si no, no tiene sentido decir que arribó al mismo tiempo que Luis D´elia.

Wal dijo...

No te perdes nada con no verlo a Romerito (asi le decimos en Filo para diferenciarlo de su padre el medievalista Jose Luis)
Yo curse en el lejano 1989 Historia Social General y era un bodrio dando teoricas soporiferas y eurocentricas. La materia abarcaba del S. X al XX y no tenia un misero tema de historia Latinoamericana.
Estos hijos de Halperin Donghi, mitristas barnizados por la gelatinosa escuela francesa de los anales, a la que envidian por el exito que lograron al ser un aparato ideologico del Estado frances y que ellos (junto con Sarlo)quisieron emular en el alfonsinato convirtiendose en los intelectuales organicos de ese proyecto.
Su fracaso en lograrlo es el reflejo del fracaso de una clase dominante que esta cada vez mas lejos de ser dirigente que nunca en el pasado, a pesar de los rios de sangre de pueblo vertidos por sus gendarmes a lo largo de 200 años de historia.

Wal