viernes, 2 de octubre de 2009

La mordaza sonora


“El libro permanece, está en su anaquel para que lo confrontemos 3
y ratifiquemos o denunciemos sus afirmaciones.
El diario pasa. Tiene una vida efímera.
Pronto se transforma en mantel o en envoltorio,
pero en el espíritu desprevenido del lector
va dejando un sedimento cotidiano en que se asienta,
forzosamente, las opiniones.
Las creencias que el diario difunde son irrebatibles
porque el testimonio desaparece.”
(Scalabrini Ortiz, Política británica en el Río de la Plata)


Relata Fanon en la sección “Guerra colonial y trastornos mentales”, en su magnánima obra, la siguiente situación; la tortura sobre los intelectuales. Esta consistía en individualizar sujetos, aislarlos y someterlos a un lavado de cerebro. La imposición residía en obligar “libremente” al intelectual repetir y argumentar la siguiente hipótesis: “la nación argelina no existe”. El intelectual era alentado a desarrollar teoría, argumentos a favor de esta negación. Tiempo después se le prometía que pronto sería liberado, pero la libertad nunca llegaba, porque la “recaída” argumentativa no era demasiado firme. Eso es tortura.

Hoy vemos a periodistas de medios privados repetir incansablemente; “Ley de medios k”, inclusive, en algunos casos, el ejemplo varía levemente en la sintaxis: “Ley K de medios”. Es lo mismo, pero con distinto dueño. Esto se repite incansablemente. Sartre -en el gran prólogo- habla del colonialismo como “mordaza sonora”. ¿Qué paradoja? el silencio es impuesto por el ruido, las voces se callan a través de la repetición de cañonazos informativos. La verdadera mordaza es el ruido que tapa las voces de los que piden silencio para poder hablar. “mucho, mucho ruido, tanto, tanto ruido”


http://www.goear.com/listen/f95b4ca/Ruido-joaquin-sabina

2 comentarios:

nanolefou dijo...

Abajo de cada escritorio donde escribe o habla un periodista del oligopolio, hay un ñato que le aprieta las pelotas si muestra alguna duda con la línea editorial

grace dijo...

Y todavía hay algunos que justifican esa actitud cipayesca con el miedo a perder el trabajo. Patético. Parece que nunca perdieron su trabajo. Parece que los asusta la heladera vacía. Parece que la billetera es más importante que la dignidad. Parece que no es lo mismo vivir en Palermo que en el conurbano. Parece...( yo no les tengo ni así de lástima. Cobardes del orto)