Las mujeres espartanas tuvieron un gran protagonismo en el momento de máximo esplendor de aquella ciudad de la antigua Grecia. A diferencia de las mujeres atenienses, las mujeres espartanas disponían de decisión, no solo en el ámbito familiar, sino también en la estructura de organización de la ciudad a través de la educación de los niños. Esto queda muy bien reflejado en la película 300 cuando Gorgo, esposa de Leónidas da un discurso en el consejo (eforos). La mujer espartana disponía de libertades, como bien relata Aristóteles es su política:
“Además, la licencia de las mujeres es perjudicial tanto para el propósito del régimen como para la felicidad de la ciudad. Pues así como el hombre y la mujer son parte esencial de la casa es evidente que también la ciudad debe dividirse en dos partes aproximadamente iguales: el conjunto de los hombres y el de las mujeres; de suerte que todos los regimenes en que va mal lo referente a las mujeres, hay que considerar a la mitad de la ciudad está como sin leyes.” (Política, 1269b, 5-6)
El argumento de Aristóteles es simple. Si los hombres son superiores a las mujeres, estos serán los únicos capacitados en el mando. Si ellas tienen capacidad de decisión, esta mitad, esta parte está fuera de la ley, natural, diríamos. El gran Plutarco nos relata una bella anécdota sobre Gorgo, la esposa de Leónidas:
“Pues al dirigirse a ella cierta extranjera con estas palabras: «Solamente vosotras, las laconias, mandáis en los hombres», dijo: «Pues solamente nosotras parimos hombres».” (Plutarco, Vida de Licurgo, 14, 8)
Hay que decirle a Aristóteles que la Republica aristocrática de Esparta duró ochocientos años (Maquiavelo, Discursos, I,II ), y gracias a las mujeres que cuidaban de su cuerpo, dedicaban a la gimnasia gran parte de su vida, las mujeres parían con fortaleza. Licurgo legislo sobre una ley para cubrir los gastos totales del cuarto hijo. Una especie de asignaron universal para el cuarto hijo. Esparta tenia un gran problema en su tasa de natalidad.
En la modernidad, en la Italia Renacentista se le llamaba a las mujeres guerreras virago, es decir, mujeres hombres. Una gran guerrera, Catalina Sforza, admirada por el mismísimo Maquiavelo y amiga de Leonardo Da Vinci, fue otra mujer que pertenece a esta categoría de Mujer Espartana. Si bien, con la llegada de los Borgia al poder, Catalina fue aislada, y en su Fortaleza cayó en manos de Cesar Borgia. Maquiavelo da una lección de política de este suceso en el Príncipe:
“El príncipe que tema más a sus pueblos que a los extranjeros debe construirse fortalezas. Pero el que tema más a los extranjeros que a sus pueblos, debe pasarse sin la defensa de esos baluartes. El castillo que Francisco Sforcia edificó en Milán, atrajo y atraerá a sus descendientes más guerras que cualquier otro desorden posible en aquel Estado. La mejor fortaleza con que puede contar un príncipe es no ser aborrecido de sus pueblos.” (Maquiavelo, El Príncipe, xx)
Paz Vega en el papel de Catalina Sforza, en Los Borgia
En actualidad existen muchas mujeres espartanas. Es la traducción actual de la mujer política por excelencia. Esas mujeres que tienen poder de decisión y son acusadas de autoritarias, frías y calculadoras (¡como si esto fuese malo en si mismo, moralistas!).El gran Maquiavelo usaba una hermosa alegoría para explicar las cualidades del Príncipe. Estos deben ser como los centauros. Es decir, como aquellos seres mitad hombres, mitad bestias. Deben actuar como hombres cuando utilizan su razón, y debe actuar como bestia, cuando utiliza su fuerza. Las dos cualidades deben ir juntas, ley y fuerza. Catalina solo utilizó la fuerza, por eso Maquiavelo vio en ello un error. Debió Catalina hacerse amar por su pueblo.
Una mujer política debe pelear contra dos objetos. Uno, contra la cultura política que es esencialmente machista. La otra, contra el objeto de esa cultura política. Desde Aristóteles que pensaba que la decisión de una mujer produce anarquía, ausencia de ley, hasta la actualidad e Maquiavelo, en donde Lucrecia Borgia fue tildada de envenenadora de los enemigos de la familia. Estudios recientes demuestran que ella fue un instrumento de la familia, del Papa, Alejandro VI, y de su hermano Cesar Borgia. Lucrecia fue siempre puesta como la “maldita” de los Borgia.
Maria Valerde en el papel de Lucrecia Borgia en Los Borgia
Es doble la tarea de la mujer Espartana, hacerse amar y hacerse capaz. Por suerte también existen Centáurides.
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