Corría el año 1861, cuando un 15 de abril, el Presidente de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln reclutaba 75.000 hombres y los preparaba para la guerra contra el sur, mientras convocaba al congreso en sesión especial para el 4 de Julio. Lincoln sabía que no podía declarar la guerra sin autorización del congreso. Pero la política, muchas veces cosiste en crear esas condiciones de necesidad para después solicitar el estado de excepción y decreto. De hecho, Lincoln tuvo en sus manos el poder absoluto durante 10 semanas hasta que el congreso aprobase la declaración de guerra.
Porque la Constitución de los Estados Unidos de América da poder de declarar la guerra al congreso, mientras que designa al presidente como jefe del ejército.
En el articulo 1, Sección 8 dice:
“To declare War, grant Letters of Marque and Reprisal, and make Rules concerning Captures on Land and Water;
To raise and support Armies, but no Appropriation of Money to that Use shall be for a longer Term than two Years”
Traducción
“Para declarar la guerra, conceder patentes de corso y represalia y establecer reglas relativas a capturas en mar y tierra;
Para reclutar y mantener ejércitos; pero ninguna asignación para este fin lo será por un período mayor de dos años;”
Mientras que en al artículo 2, sección 2 dice:
“The President shall be Commander in Chief of the Army and Navy of the United States, and of the Militia of the several States, when called into the actual Service of the United States; he may require the Opinion, in writing, of the principal Officer in each of the executive Departments, upon any Subject relating to the Duties of their respective Offices, and he shall have Power to grant Reprieves and Pardons for Offences against the United States, except in Cases of Impeachment.”
Traducción
“El presidente será jefe supremo del ejército y de la armada de los Estados Unidos, así como de la milicia de los distintos estados cuando ésta fuere llamada al servicio activo de la Nación. Podrá exigir opinión por escrito al jefe de cada departamento ejecutivo sobre cualquier asunto que se relacione con los deberes de sus respectivos cargos y tendrá facultad para suspender la ejecución de sentencias y para conceder indultos por delitos contra los Estados Unidos, salvo en casos de residencia.”
La guerra tiene sus reglas, sus leyes que respetar. La guerra es la política por otros medios. Esto lo sabe el premio Nóbel de la Paz, que sin autorización del congreso e los estados unidos, bombardea un país soberano. Entre la guerra de hecho (de facto) y la ley que autoriza, hay un espacio de deliberación absoluta. En este momento, como Lincoln, Obama es un dictador absoluto. Como lo llama Carl Schmitt en su trabajo sobre La Dictadura, Obama ejerce el poder de la dictadura comisarial. (Carl Schmitt, La Dictadura, pag 181)
Quizá, es recurrente la reflexión del filósofo de Giorgio Agamben sobre el estado de excepción. Dice:
“el significado inmediatamente biopolitico del estado de excepción como estructura original en la cual el derecho incluye en sí al viviente a través de su propia suspecion emerge con claridad en el military order emanado del presidente de los Estados Unidos el 13 de noviembre de 2001, que autoriza la “indefinite detention” y el proceso por parte de “military commissions” (que no hay que confundir con los tribunales militares provistos por el derecho) de los no-ciudadanos sospechosos de estas implicados en actividades terroristas.” (Giorgio Agamben, Estado de excepción, pag 26)
En la actualidad el poder es ejercido por una oligarquía mundial en detrimento de los países supuestamente sospechosos. En la actualidad se vive, como dice Agamben, en el estado de excepción como paradigma de gobierno.
La dictadura comisarial de premio Nobel de la Paz.
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