lunes, 7 de marzo de 2011

De Maquiavelos, Aduladores y Princesas


“Los que piensan que un príncipe, si se hace estimar por su prudencia, no la debe a sí mismo, sino a la sabiduría de los consejeros que le circundan, se engañan en la mitad del justo precio. Para juzgar de esto hay una regla general, que nunca induce al error, y es que un príncipe que no es prudente de suyo no puede aconsejarse bien, a menos que por casualidad dispusiera de un hombre excepcional y habilísimo que le gobernara en todo. Pero en tal caso la buena gobernación del príncipe no duraría mucho, porque su conductor se encargaría de quitarle en breve tiempo su Estado. En cuanto al príncipe que consulta con muchos y que carece él mismo de la prudencia necesaria no recibirá jamás pareceres que concuerden, no sabrá corregirlos por si mismo ni aun echará de ver que cada uno de sus consejeros piensa en sus personales intereses nada más. No existe posibilidad de hallar dispuestos de otra manera a los ministros, porque los hombres son siempre malos, a no ser que se les obligue por la fuerza a ser buenos. De donde concluyo que conviene que los buenos consejos, de cualquier parte que vengan, dimanen, en definitiva, de la prudencia del propio príncipe y que no se funden en si mismos como tales.”

Maquiavelo, El Príncipe, CAPÍTULO XXIII, Cuando debe huirse de los aduladores, (1513)

1 comentario:

HUINCA dijo...

qué buena cita!!! extraordinaria, te felicito
Saludos
Rick