viernes, 19 de diciembre de 2008

"La farsa de una tragedia"


¿Qué nos pasa como sociedad? ¿Por qué se repite la tragedia en burla, en farsa? ¿Es como una represión interna insuperable que paraliza, inmoviliza y no nos deja mirar el horizonte? Ricardo Forster escribía un artículo hace un tiempo:

“Cobos fue, apenas, la farsa de una tragedia que sigue desmoronando cualquier intento por torcer el rumbo de lo inaugurado en los años brutales de la noche argentina, de esa que comenzó en un no tan lejano marzo de 1976 y que apenas si fue interrumpido en muy pocas ocasiones, la última de las cuales sigue siendo, aunque a muchos biempensantes no les guste, el gobierno dubitativo y tambaleante de Cristina. Contra esa anomalía de una historia cerrada es contra la que se desplegaron las furias campestres y mediáticas. Contra un giro inesperado e imposible, de esos que ya no podían tener lugar en el tiempo dominado por el mercado y las corporaciones, por la ideología del bolsillo y los ciudadanos-consumidores, por los lenguajes mediáticos entramados con los intereses de los poderosos de siempre y por los cultores “progresistas” de un republicanismo de pacotilla amparado por las estéticas de lo políticamente correcto en un tiempo atravesado por la invisibilización de la injusticia y la desigualdad; fue, a destiempo de todo esto, que se desplegó un azar difícil de clasificar, de un rumbo inesperado que nos confrontó con lo espectral de la Argentina, con el regreso de lo reprimido, con la vuelta y revuelta sobre lo que ya había sido cerrado desde la lógica del poder."

Esto escribió Forster el 22 de julio de este (sin igual) año. Este párrafo no solo explica el suceso de la 125, -toda la escena de esa gran puesta en escena que fue el voto no positivo-; este párrafo va más allá. Forster habla de algo como cerrado, pero no cerrado, como una vuelta de algo que esta adentro de la sociedad, la cultura y la política argentina, y se expresa a través de “actores” que interpretan esa gran anomalía de la historia. En aquel caso, la tragedia volvió disfrazada de comedia a la hora del sueño, y Cobos fue el títere de una tragedia mayor, un fantoche regido por dos cuerdas infernales en una eterna lucha entre opuestos, una historia que sigue desmoronando cualquier pensamiento de cambio, un retorno de la autodestrucción o un volver a vomitar los mismos vómitos. Todo esta gran farsa nacional sigue actuando, la íntima tragedia argentina sigue generando la angustia de nunca poder llegar ser, para oscurecerlas en el triste telón sucio de un teatro argentino. Los viejos fantasmas vuelven con sus caras desfiguradas, sus aspectos fantasmagóricos en una vuelta de trago, donde comparten la misma botella Dionisio y Apolo, un “regreso de lo reprimido” dice Forster.

Ayer cuando me enteré de la libertad del Asesino Astiz, recordé este antológico párrafo de Forster. Hoy escuche la voz quebrada de Juan Cabandié tratando de explicar algo que Forster llama: “ un azar difícil de clasificar, de un rumbo inesperado que nos confrontó con lo espectral de la Argentina, con el regreso de lo reprimido”.

Estoy triste, la catarsis que hablaba Aristóteles en la Poética sabe a muerte.

3 comentarios:

Leo Carballo dijo...

querido Goliardo, sospecho, como durante la dictadura, que hay mucha, pero mucha gente feliz con los genocidas. Hubo muchos que festejaron el golpe del 76, como festejaron el del 55, como festejaron el voto de Cobos, como popularizaron el algo habrán hecho. Y lamento ser el portador de esta reflexión, pero me sentí muy identificado con tu tristeza. Te mando un sincero abrazo peronista.

MÓNICA ADRIANA dijo...

Pero este asco y esta sensación no es sentida por la mayoría que está interesada en el morfi y el chupi del 25 y en las vaciones. Estriste la verdad pero están interesados por todas estas pelotudeces y no quieren hacerse cargo de lo que pasó.

Ester Lina dijo...

Los viejos fantasmas vuelven una y otra vez, y se apropian de la escena si los argentinos los dejamos.
No es ingenua la posiciòn de los que apoyan a los golpistas, y los pintan como vìctimas tambièn de una violencia que efectivamente existiò. Esos son los que intentan hacerse del gobierno, para vomitar por enèsima vez el mismo vòmito que consiste en intercalar gobiernos democràticos con gob de facto. Ha sido asì en el curso de nuestra historia. Cada vez que el pueblo se empieza a organizar, y a mejorar la sociedad, aparecen las oligarquìas, que carecen de partido, pero que llegan al poder por un tràmite que es diferente a los comicios.
Hay fantasmas llamados puerto de Bs As, subversivos, comunismo, campo... y ahora reflotan el fantasma DDHH pero apuntando a los Astiz, Tigre Acosta... y otros.
Tal vez podamos hacer algo con otros a fin de superar el miedo que nos (me) provoca, para instalar el respeto a las leyes... ¿podremos?
Saludos.