viernes, 12 de diciembre de 2008

El Destino


En la historia del pensamiento, ha habido infinidades de reflexiones en relación al “destino”. Quizá es discutible pensar al destino como antídoto u droga para aliviar el hambre de inmortalidad, idea que sostenía Miguel de Unamuno, aunque es excitante la reflexión ética en relación al concepto “destino”. En la antigüedad clásica, el pensamiento trágico sentó las bases de la idea de Destino, en donde ligaba la voluntad de los hombres, guiada, dirigida, o estorbada (en los casos más rebeldes) a un principio divino, natural o escatológico. En la cultura clásica griega el “destino” estaba representado por las Moiras y personificadas en Cloto, Láquesis y Átropos, "la que hila", "la que asigna el destino" y "la inflexible". (¿ “Cleto” vendrá de “Cloto”? –¡por favor algún etimólogo urgente!). Es decir, la idea de Destino estába configurada por la idea de división del trabajo escatológico, y en esta división del trabajo, hasta los dioses estaban Alienados. Es un “teje y maneje riguroso” el sentido del concepto Destino. En la cultura Romana, destino fue reinterpretada como “Fatun” “lo dicho” y las Moiras en “las Parcas”.
Casi simultáneamente, los estoicos dieron marco conceptual y filosófico a la idea de acompañar “el hilado universal”, y si en algo consistía la Ética o la Política, era en adecuar la acción o la libertad en este mundo interrelacionado por causas y efectos que obedecían al Logos Universal. Los estoicos fueron los primeros ciudadanos del mundo. Otra escuela contemporánea al estoicismo, es la fundada por Epicuro, y en la cual, contrariamente a una teleología fatalista, y fundamentada en una filosofía empirista, -sostenían los epicúreos- las creencias es los “hilados universales” eran falsos dogmas, y por ende, la creencia en estos supuestos, conducían a erróneos comportamientos. Si los dioses no influyen en el comportamiento humanos, existen pero no tienen potestad para irrumpir en la actividad humana, ni tampoco la “armonía preestablecida”, ya que es un dogma que no se puede verificar a través de la experiencia, y la muerte es un miedo gratuito ya que “la muerte es una quimera, pues cuando yo estoy, ella no está; y cuando ella está, yo no", en este sentido, la metafísica es un chamuyo infundado. -¡Cuánto influyó esta idea en Nietzsche, ya que según el alemán, él se iba a encontrar en un futuro en el infierno con Epicuro y Spinoza!-.

Otro pensador que tiene una idea interesante sobre el Destino es Voltaire en su Diccionario Filosófico:

“Encontraréis gentes que os digan: –No creáis en el fatalismo, porque si creéis en él, todo os parecerá inevitable, perderéis el afán del trabajo y os sumiréis en la indiferencia, despreciaréis la fortuna, los honores y las alabanzas; no desearéis adquirir, porque os creeréis sin mérito y sin poder; nadie cultivará el talento y todo morirá por apatía. –No creáis nada de eso, señores, contestaremos a las referidas gentes: siempre tendremos preocupaciones y sentiremos pasiones, porque es nuestro destino estar sometidos a unas y a otras. –Conoceremos perfectamente que no depende de nosotros tener gran mérito y gran talento; como no depende de nosotros tener el cabello espeso y la mano hermosa; estaremos convencidos de que no debemos tener vanidad de nada, y sin embargo, siempre tendremos vanidad."

Como es de costumbre Voltaire siempre sarcástico y burlador, y en altísima prosa “da pa´ que tenga” a todo pensador aludido. El francés es como un Gorgias moderno en donde defiende y argumenta todo comportamiento. Si ya esta todo escrito ¿para qué esforzarse o buscar la virtud? Aunque parece que Voltaire está hilando más fino, dice: que no depende totalmente el talento de nosotros, aunque también dice que nuestro destino siempre estará ligado a las “preocupaciones y a las pasiones”. Seguramente estas proposiciones son la sentencia de la muerte de Dios, juntos con otros célebres filósofos como Spinoza o Montaigne, y en ese gran tribunal está toda la humanidad entera por la culpa de tal asesinato.

“Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte?” ("La gaya Ciencia")

Bebernos el mar, borrar el horizonte, terribles sentencias del Loco nos lleva a repensar la acción y el pensamiento sobre lo Ético. Con la ciencia y la filosofía hemos matado a Dios, con la razón instrumental hemos matado la razón especulativa, y con las reglas hemos matado la acción. La incertidumbre del mañana es la realidad de hoy, y ese transitar mirando el horizonte inexistente es lo que nos hace dudar, y en todo caso, creer en algo que nos movilice, nos dé la probable certeza de la incertidumbres a secas, o dos gramos de Destino, es algo, por lo menos para empezar, después vemos.

¡Si Dios no nos ayuda, exijamos una mano!

2 comentarios:

. dijo...

Dios no ha muerto, esta vivo y triunfador!....él ha puesto poder en cada uno de nosotros, en cada aliento que accionamos. Y ese poder tiene una palabra, como todo motor de voluntad, esa palabra es amor. Esa relación signa que tengamos libre albedrio y en consecuencia un devenir. Dios es la eternidad, el tiempo solo una imagen movil de esa eternidad-Borges-.

Goliardo dijo...

En este matadero, cruzarse d brazos o sacar la espada son gestos igualmente vanos. Ningún soberbio desencadenamiento sabría sacudir el espacio ni ennoblecer las almas. Triunfos y fracasos se suceden según una ley desconocida que tiene por nombre “destino”, nombre al que recurrimos cuando, filosóficamente desguarnecidos, nuestra estancia aquí abajo o no importa dónde nos parece sin solución y como una maldición que debemos sufrir, irracional e inmerecida. “Destino”, palabra selecta en la terminología de los vencidos…” Émile Michel Cioran, “Adiós a la filosofía”