jueves, 16 de julio de 2009

Adiós a la política


“El primero que, tras haber cercado un terreno, decidió decir: “esto es mío” y encontró a personas bastantes simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Qué de crímenes, guerras, asesinatos, qué de miserias y horrores habría ahorrado al género humano aquel que, arrancando los potos o llenando el foso, hubiera gritado a sus semejantes: guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdido si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie."

Con esta belleza de prosa comienza Jean-Jacques Rousseau la segunda parte del Discurso sobre las desigualdades entre los hombres. Con cuanta simpleza y belleza este hombrecillo de sombrero campesino, y de salud frágil le decía a la humanidad: ¡guardaos de escuchar a este impostor, los frutos son de todos y la tierra no es de nadie! han pasado casi doscientos cincuenta años de aquella sentencia y hoy alguien está cercando los terrenos y nos está diciendo: “Lo de Honduras no fue un golpe de Estado”. ¿Seremos como aquellas gentes simples que creyeron en la sentencia: ¡esto es mío!? ¿Nos convertiremos en los esclavos de este amo en nuestra sociedad civil? ¿O seremos los hipotéticos rebeldes que gritan a sus compadres: “ los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie”.

En los medios del mundo se está dando esta dialéctica de la servidumbre. Se puede leer en cualquier medio (argentino y extranjero viene a ser la mismo cosa), que el gobierno de Cristina es de carácter dictatorial (semejante al de Chávez –dicen estos goriletis). Y los comentarios a estas notas son aun más vomitivos, la podredumbre que emanan son de carácter excrecéntico. y mientras tanto, ni una palabra sobre la dictadura de Honduras.

Las urnas hablaron, y sólo dijeron: “votame…votate”. La historia, la militancia, el compromiso, la política parecen desaparecer en un horizonte de frivolidad. La política se ha transformado en una ridiculización de la futilidad.

Los medios de comunicación que funcionan como totalizadores de la zoncera, imponen sus candidatos como fantoches de carnaval. Chirolita tiene más autonomía que un simple candidatucho que cree poder “utilizar” los medios, pero el Grupo le dice: “esto es mío”, y el simple hombrecillo, procede como un perfecto Maquiavelo sin medios.

Adiós a la política” es una expresión que brota de la historia, del espíritu de la tierra, de la bronca. “Adiós a la Política” es un adiós o un hasta luego de la política, según como la entiendo yo. O como dice Joaquin Sabina:

“este adiós no maquilla un hasta luego
este nunca no esconde un ojalá
estas cenizas no juegan con fuego
este ciego no mira para atrás
este notario firma lo que escribe
esta letra no la protestaré.
Ahórrate el acuse de recibo
estas vísperas son las de después
a este ruido tan huérfano de padre
no voy a permitir que taladre un corazón podrido de latir
este pez ya no muere por tu boca
este loco se va con otra loca
estos ojos ya no lloran más por ti”

¡ay Política, cuanta dolor y sin embargo te quiero!





Que no se entienda mal, una negación de la política no es la no política, eso es dictadura. Adiós a la política es no aceptar la política como política, eso es resignarse. Adiós a la política significa superar “los obstáculos" (sigo con Rousseau) de la política, esto es crear una “epopeya” de la política, un gritar a los vientos “los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie”.

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