la señora y la sirvienta...

“Uno de ellos, sin estar de ningún modo “predestinado”, debe tener miedo del otro, debe ceder al otro, debe negar el riesgo de vida con miras a la satisfacción de su Deseo de “reconocimiento”. Debe abandonar su deseo y satisfacer el deseo del otro: debe “reconocerlo” sin ser “reconocido” por él. Pero “reconocer” así implica “reconocerlo como “Amo” y reconocerse y hacerse reconocer como Esclavo del Amo.”

Viendo la imagen que encontré en el blog de “yo soy Juan”, por la cual se ve a una “Señora” y su “Sirvienta” en el cacerolazo “masivo”, se me vino a la memoria, “la dialéctica del Amo y del Esclavo” de Hegel. Me parece que es la mejor definición que me pareció encontrar en la historia del pensamiento. Aconsejo a los lectores que al leer la cita de Hegel, donde dice “Amo”, leer “Señora”, y donde dice “Esclavo”, leer “Sirvienta”. Hay que aclarar que la palabra “sirvienta” viene de “servicio”, que a la vez viene de “siervo”. El “servicio doméstico” es el “siervo domesticado”, “siervo asalariado”. Hago esta aclaración para salvaguardar la figura de Jorge Guillermo Federico del “gorilismo” argentino, pues no quiero que se le diga a Hegel: “resentido grasa”, o “negro que hace filosofía por el chori y el vaso de vino”.

Cuando veo en la tele y escucho: “toda la argentina manifestó a favor del diálogo”, quiero decirle a mis compatriotas de otras provincias que no fue toda “la gente”. Claro que mucha clase media quiere que se termine el conflicto, y los sectores populares también, lo que no se puede decir que las “señoras bien de barrio norte” son toda la argentina. Quiero comentar eso, porque así se presenta la “masiva noticia”. Fíjense la foto, una “Señora” sale a manifestar su posición política, y su “Sirvienta” sale con ella a “trabajar”. Porque esta chica no está manifestando, esta trabajando. Si hasta se nota que ni la cacerola sabe agarrar la “Señora bien” de “Barrancas Belgrano”. Bien dice Hegel, “uno de ellos debe tener miedo al otro”, y esto es así. ¿Qué hubiese pasado si esta chica no quería ir a la plaza a “manifestar” con la cacerola? Posiblemente la “señora la hubiese echado. La otra opción es insostenible porque no es posible saber si “quiso ir” puesto que estaba trabajando. De todos modos, Hegel diría “conciencia servil” esta enajenación. La lucha por la vida, en este caso es trabajar o no trabajar, aunque sea en “negro” y en condiciones humillantes. Es la lucha por la vida y nada más. No voy a seguir hablando de la dialéctica del “Señorío y la Servidumbre”, porque las categorías de la lógica tienen cara, rostro de una mujer joven y hermosa, que seguro tiene hermanos y quizá hijos, quizá está enamorada, o lleva una pena incurable de amor, o quizá una esperanza humilde, que tiene ropa de trabajo, y que por “ningún modo predestinado”, lleva una cacerola en la mano.

“La dialéctica del Amo y del Esclavo de Hegel” por Alexandre Kojeve, traducción de Juan Jose Sebreli, ed Fausto. Pag, 16