sábado, 28 de junio de 2008

Mary Terán de Weiss

UN POCO DE HISTORIA


Nació en Rosario el 29 de enero de 1918. Como hija del propietario del buffet del Rowing Club de esa ciudad, la cercanía con el deporte la llevó a empuñar su primera raqueta de tenis cuando tenía 7 años; también la estimuló a ser nadadora y timonel de un famoso equipo local de remo, el Club Alberdi. Desde allí, se proyectó a la cima tenística.
Fue número uno de la Argentina -campeona en los años 1941, 1944, 1946, 1947 y 1948-, pero también una de las figuras más rutilantes de este deporte en el mundo -estuvo entre las mejores del planeta y con excepción de Althea Gibson, le ganó a todas las de su época-. Se alzó con el triunfo en un total de 832 torneos, 28 de ellos internacionales. El destino la unió a otro gran deportista, Haroldo Weiss -en 1951, ambos resultaron campeones en los primeros Juegos Panamericanos que se celebraron- y con éste eligió compartir su vida hasta el prematuro fallecimiento de él, en 1952.
Mujer en un mundo de varones y tenista exitosa en un ambiente tenístico elitista propio de la época, Mary Terán de Weiss se convirtió en víctima de la persecusión por abrazar los ideales del peronismo; ideales que incluso la llevaron a asumir el compromiso social y docente con el fomento del deporte -pocos recuerdan su labor en los Ateneos Deportivos Eva Perón, cuya vicepresidencia ejerció, y desde donde colaboró en alentar las actividades deportivas dirigidas a niñas y mujeres-.
En este contexto, la llamada “revolución libertadora” la sorprendió mientras jugaba las finales del Torneo Abierto de Alemania. Las nuevas autoridades surgidas del golpe la sancionaron de por vida para competir a nivel nacional y la Asociación Argentina de Tenis le pidió a la Federación Internacional que la excluyera de sus torneos -petición que fue denegada-. Exiliada en Madrid, continuó compitiendo pero los ecos de sus logros dejaron de escucharse en nuestro país.
Recién en 1959, durante el gobierno de Arturo Frondizi, Mary Terán de Weiss pudo retornar del exilio, aunque no fue el regreso soñado. El Club Atlético River Plate la convocó para participar del Certamen de Interclubes pero en muchas ocasiones, sus rivales no se presentaban cuando tenían que jugar con ella y esta situación llegó a tal punto que el Interclubes de 1963 no se pudo concluir. Así fue como esta gran tenista fue empujada a retirarse definitivamente de las canchas y el dolor de esta injusticia la acompañó hasta su decisión final de suicidarse, en 1984.
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