Si uno analiza los números de popularidad de Cristina, éste aumenta en la medida que se aleja del barro. Cuanta más estratégica es, mejor desempeño en la estima publica. Al contrario sucede cuando Cristina se pone el traje táctico y baja al barro a pelear por sobre la estructura. Especialmente en lugares donde no tiene un apoyo real de gestión, es decir, en los lugares donde no hay trabajo político sustentable y estos son gobernados por otros partidos. La experiencia lleva a los hombres a preferir el status quo cuando la realidad es benefactora, mientras que no da un pequeño esfuerzo para estar mejor. Si hay que elegir entre un bienestar más o menos digno y una promesa de mayor bienestar, los hombres eligen el primero. Es mas seguro.
Bajar al barro tiene sus costos, ya lo vimos en Santa Fe. No fue una buena idea ir a tirarle los números en la cara a un candidato que te recibe con flores y regalos. La imagen se esfuma por el aire. Ese beneficio nos costó la cabeza de nuestro mejor hombre, Chivo Rossi.
Seguimos con los ejemplos de Maquiavelo. Él florentino nos enseña que un Príncipe debe actuar como un centauro. Es decir, utilizando las dos partes de ese su naturaleza, la animalidad y la razón. Esto se explica fácil: la táctica y la estrategia. Táctica poniendo a los candidatos que uno necesita para conservar un piso de apoyo político en los distintos. Entregarle medios de hacer política en términos de realidad verdadera, y no en la mera exclamación. Desde el plano estratégico, mirar desde arriba las distintas variables en la confrontación política. La idea de este último elemento es puramente comunicacional. Cristina no debe ser como una política candidata a presidenta, Cristina debe ser una Estadista candidata a Presidenta. Mirar desde Arriba como el búho de Minerva.
Hay un pequeño espacio entre táctica y estrategia difícil de divisar. Cristina supo entender esta diferencia cuando, a su llegada a Buenos Aires, Vargas Llosa estaba dispuesto a abrir la Feria del Libro. En ese momento no hubo mejor idea de un grupo de intelectuales, que intentar que el Nóbel no inaugurara la Feria. Filosofal torpeza de aquel caviladero. Semanas y semanas se habló de la cesura k. inmediatamente Cristina desautorizó a estos filósofos y Vargas Llosa pudo inaugurar la Feria del Libro. Cristina fue ovacionada en un acto que debería haber sido de la oposición, y Vargas Llosa no dijo nada que no sepamos de él. Cristina salió ganando.
Ese es el rol estratégico que –insisto- debe tomar Cristina en su campaña.
Lo demás, no importa nada.
Este es una ampliación del post incompleto anterior, Lo cortés no quita lo político.
Imagen: Baltasar de Castiglione, autor de El Cortesano
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