viernes, 5 de agosto de 2011

De cómo Cristina debe huir de los aduladores



"Es mejor caer en poder de cuervos
que en el de aduladores,
pues aquéllos devoran los muertos,
estos los vivos."
Antistenes


En estos últimos tiempos, he pensado en la necesidad de expresar una inquietud que hace tiempo vengo notando en el entorno de Cristina. Es el mal que aqueja a distintos líderes de todos los tiempos. Es acerca de los consejeros de los grandes y servidores de los distintos lideres político. Plutarco tiene una obra que trata sobre el tema, titulado “Como distinguir a un amigo de un adulador”. Maquiavelo le dedica un capitulo del Príncipe al mimo problema, “Del modo en que se debe huir de los aduladores”. ¿Cristina está rodeada de aduladores?

Plutarco sostiene que los alcahuetes pueden producir la caída de una soberanía o un estado. A este nivel de análisis llega el gran escritor de los liderazgos griegos y romanos. En su obra arriba citada, Plutarco insiste en la necesaria distinción entre un amigo y un adulador. Pone esos dos conceptos porque los ubica en un mismo espacio. No es fácil distinguir a un amigo de un adulador, este último siempre usa ropa de amigo. Porque el amigo verdadero alaba al amigo también, la diferencia es que el amigo estima la relación, que no depende de una fortuna benevolente. El amigo aconseja inclusive en los buenos tiempos, a diferencia del adulador que solo alaba en los buenos.

“Ahora bien, no por ello se debe juzgar, enseguida a los que alaban como simples aduladores. Pues la alabanza, en su tiempo oportuno, no es menos apropiada a la amistad que el reproche, y más aún, la queja generalmente y el reproche son desagradables e insociables, mientras que se acepta la alabanza por buenos actos, cuando es producto del afecto, sin envidia y con buena disposición, y se aceptan, a su vez, sin pesadumbre y sin pena de amonestación y la franqueza, porque se piensa y se acoge con cariño que el que alaba con gusto hace reproches por necesidad.” (Plutarco, Como distinguir a un amigo de un adulador, Obras Morales y de costumbre, 2, 50B)

El reproche y la alabanza son propios de los amigos. El adulador siempre alaba, cosa que no permite al Príncipe (el tratado de Plutarco esta dedicado a un Principe, Antioco Filopapo) tener un panorama de la situación. Esto es de real importancia para conservar los estados. Dice Plutarco que los aduladores son como los piojos, se retiran cuando el cuerpo no esta vivo.

Maquiavelo es el otro teórico que aconsejo a los Príncipes huir de los aduladores. El capitulo XXIII del Príncipe es el consejo que da sobre esos indeseables.

“Pero se complacen tanto los príncipes en lo que por sí mismos hacen, y se engañan en ello con tan natural propensión, que librarse del contagio de los aduladores les cuesta Dios y ayuda, y aun con frecuencia les sucede que por inhibirse sistemáticamente de semejante contagio corren peligro de caer en el menosprecio. Para obviar inconveniente tamaño bástale al príncipe dar a comprender a los que le rodean que no le ofenden por decirle la verdad. Pero si todos pueden decírsela, se expone a que le falten al respeto.” (El Príncipe, XXIII)

Se desprende del florentino que no hay que pasar un extremo a otro. Un Príncipe debe rodearse de buenos consejos, pero no debe aceptar simple el consejo porque el adulador siempre está al acecho. Tampoco debe permitir que siempre se diga la verdad. Eso es malo para el liderazgo.

Cristina debe atender a esta cuestión de los aduladores. Quizá, algún buen consejo no le vendría mal. Por ejemplo, en qué tipo de discurso seria necesario para atraer un voto esquivo. Por ahora, solo un consejo de Maquiavelo:

“En general, los hombres juzgan más por los ojos que por las manos, y, si es propio a todos ver, tocar sólo está al alcance de un corto número de privilegiados. Cada cual ve lo que el príncipe parece ser, pero pocos comprenden lo que es realmente y estos pocos no se atreven a contradecir la opinión del vulgo, que tiene por apoyo de sus ilusiones la majestad del Estado que le protege. En las acciones de todos los hombres, pero particularmente en las de los príncipes, contra los que no cabe recurso de apelación, se considera simplemente el fin que llevan. Dedíquese, pues, el príncipe a superar siempre las dificultades y a conservar su Estado. Si logra con acierto su fin se tendrán por honrosos los medios conducentes a mismo, pues el vulgo se paga únicamente de exterioridades y se deja seducir por el éxito.” (El Príncipe, XIX)

PD. Esta es la famosa frase que muchos interpretaron, falseando las formas, pero conservado el fondo. Si el fin es logrado, no importan los medios. Vulgarmente se conoce esta máxima como: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS, frase nunca dicha por Maquiavelo.


1 comentario:

Rucio dijo...

JA! Así es. La Frase más famosa de Maquiavelo es una nota la margen de Napoleón...