Las cadenas pueden atar a un hombre, dominarlo, someterlo o conectarlo con otros hombres, con otros pueblos a través de puentes a cruzan los ríos. Las cadenas sirven –también- para hacer puentes. Esto mismo entendió Don Scalabrini Ortiz, que desde su primera publicación “Los ferrocarriles, factor primordial de la independencia nacional”, no paró hasta el último de sus días en propiciar un proyecto nacional sustentable.
Scalabrini debe tener el homenaje que se merece en el plano académico. Como escritor fue ninguneado por los arcángeles de la extranjería cipaya. Tildado de fascista por la romería candente; Sacalabrini fue de esos malditos que denunciaron a la intelectualidad canalla, anémica de dignidad. Scalabrini es el arquetipo. Scalabrini es nuestro Hombre.
Votá en Lectura Mundi (http://www.lecturamundi.unsam.edu.ar/) El hombre que está solo y espera como libro del bicentenario.
jueves, 25 de noviembre de 2010
Votá a Scalabrini
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