domingo, 9 de agosto de 2009

El niño que llora


El cuadro del niño que llora expresa toda la tristeza contenida, todo el dolor inconcluso de una vida llena de miserias, ausencias; quizá navidades tristes, sin cartas a papa Noel, sin regalos. Sin sidra, sin pan, sin nada, ni siquiera con esperanza. Un niño que llora es eso, un niño que carece de algo. Un niño puede llorar porque se le rompió un juguete, y de hecho, en mi infancia lloré desgarradamente cuando se me había “roto” un reloj jueguito, el único que me podría haber comprado mi madre con el sueldo de una mujer obrera metalúrgica. Al reloj jueguito –un lujo para nosotros en aquel momento-, simplemente se le había acabado las pilas. Pero el desgarro emocional fue eterno por un instante, al igual que la cara de mi hermano mayor. Nunca me olvidé esa cara de dolor, de culpa por haber “roto” el único jueguito que teníamos. Se lo comenté hace poco y ni se acuerda del suceso, seguro fue una zoncera para él, y sin embargo todavía recuerdo los lagrimones de dos centímetros de mi hermano mayor. Yo no lloraba, porque llorar significa actuar, a mí simplemente me estallaban los ojos, cosa que no podía contener de ninguna manera. ¿Por qué se me caían las lágrimas? ¿Simplemente por un reloj jueguito de unas salchichitas? quizá, imitábamos a nuestros padres. Perder un jueguito era como quedase sin trabajo. El juego y el trabajo es lo necesario para que un niño y un adulto pudiesen vivir y no sobrevivir o estar. Vivir es llorar, en cambio estar es no poder contener las lágrimas. Por eso el cuadro del niño que llora es tan desgarrador; el niño no llora, simplemente, se le caen las lagrimas.

El cuadro del niño me recuerda mi infancia, mi abuelo lo tenía en el comedor. No había momento del día en donde el niño no clavara la mirada penetrante; era como un fantasma, una vigilia tierna, inofensiva pero cierta, constante, dulce y triste. El niño simplemente “estaba”. En las fiestas de fin de año -¡Qué alegres eran!- se bailaba hasta el amanecer. Primero se almorzaba, después se bebía. Nunca faltaba el tío alegre de curda que incitaba algún purrete a hacerse hombre, y entre mentiras piadosas, invitaba un “culito” de vino a algún sobrino mayor. Todo esto, con la presencia del niño, siempre estaba, nunca faltó a una fiesta de fin de año. Pasaban días, meses, años y estaba, ahí, con la lágrima pegada como un estigma fatal, inmutable como la angustia. Siempre me pregunté por qué lloraba. Hacia hipótesis, conjeturas: “quizá llora el niño porque no recibió un regalo de Papa Noel”, o quizá “llora porque no pudo ira a jugar con los compañeros, y se quedó en penitencia solo en una habitación”. También imaginaba cosas tristes: “llora porque se ha muerto su perrito en un accidente”, o quizá “llora la ausencia de la madre, que no puede estar con él por tener que trabajar de sirvienta en alguna casa de capital”. ¿Por qué llora el niño? ¿por el dolor de ser pobre? ¿por no tener pan? ¿por no saber leer ni escribir? ¿Por la muerte del padre o la madre? ¿por no tener padres y sentirse desamparado? ¿Por la muerte de un amiguito? ¿por la enfermedad de su madre? Quizá no tenga respuestas, y simplemente sea así, triste, trágicamente triste, inexplicable, desesperadamente injusto pero hermoso.


Me desgarra pensar que ahora hay un niño que llora.

5 comentarios:

La Pipi dijo...

Wow nene, me moviste la entrañas. Apenas vi la imagen se me vino toda mi infancia a la cabeza. En mi casa también estaba ese cuadro. Ya no está. No sé dónde habrá ido a parar con tantas mudanzas. Pero también me quedaba mirándolo. Es una tristeza contenida en la incontención.

¿Se llama el niño que llora el cuadro? ¿Sabés de quién es? Me gustaría recuperarlo, como una forma de recuperarme también a mí misma mirándolo, preguntándole qué le pasa y retomar fuerzas cada vez que uno siente cansancio ante la lucha.

Gracias por este regalo, por este niño en este día de los derechos del niño, aunque se haya convertido masivamente en mera cuestión marketinera.

Goliardo dijo...

Pipi, el cuadro es de Giovanni Bragolin, y creo que el cuadro se llama “el niño llorón”. pero el nombre es muy injusto, “llorón” suena a malcriado, en cambio el niño llora desgarradamente, no le veo capricho. va son zonceras mias, interpretaciones d eun cuadro que es extremadamente desgarrador.

dejo un link:

http://www.elforro.com/religion-y-esoterismo/69425-bruno-amadio-y-ninos-llorones.html

Sabrina dijo...

Que te pario (con todo respeto), me has hecho lagrimear.
Que cosa como una imagen puede llevar a distintas personas a distintos recuerdos, no?
A mi me recordo la sonrisa de mi hermanita al recibir su regalo e inmediatamente a la otra cara de la moneda: los pibes que conoci tantas veces en tantos trenes rebuscandoselas por unas moneditas. Me acuerdo particularmente de uno de ellos, que en sus "ratos libres" cuando no habia gente en el tren hacia piruetas para divertirse, que me regalo un anillito de color rojo que tenia en su bolsillo. Siempre tuve la esperanza de volverlos a ver, con varios de ellos charlamos bastante, pero no los he vuelto a encontrar.
Que profunda tristeza siento al pensar en ellos hoy.

La Peñaloza dijo...

perdon chicos, esto debe ser generacional, pero cuando aparecio ese cuadrito yo estaba en plena militancia y la yuta y los fachos nos bajaban compañeros.
El cuador me parecía patético.

Lo siento. Prefiero patear los barrios y ver el llanto mudo, silencioso e invisible de la genrte de carne y hueso.

Igual, vale el intento. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Muy profundo Goliardo, y debo decir que ese cuadro es un clásico.

También estaba (está, supongo) en la casa de mi abuela paterna. Siempre me transmitió una profunda tristeza, algo que era irremediablemente trágico.

Un abrazo.