martes, 11 de octubre de 2011

Critica de la razón discusionista

Toda discusión política parte de un posicionamiento político. Desde un lugar se discute política. Así se denomina “debate político”, esto es una confrontación de dos partes sobre un objeto discursivo. Pero hay otro tipo de debate cercano a la charlatanería de baja monta. Es aquella que Carl Schmitt critica desde el decisionismo antiliberal. El discusionismo. Es esto, discutir por el simple hecho de discutir. La discusión, en estos ámbitos, es un valor en si mismo. Por eso algunos argumentos sobre el valor de la discusión terminan en la misma discusión.

Puede verse en algunas asambleas a grandes oradores aduciendo: “¡Bueno, celebremos que nos sentamos a discutir!”. ¡Es todo sanata! Ya en el debate Sócrates/Gorgias se condenaba este tipo de diálogo (Gorgias, 457,d).

La palabra en política es una herramienta de confrontación, un arma de distinción, de irrupción de la diferencia entre unos y otros. La palabra divide aguas. Unos y otros discuten desde un lugar y como sabemos, no hay tierra de nadie, siempre hay alguien defendiendo una posición, una identidad. La política en este sentido adquiere la complejidad de compromiso, sea por, una ideología, una tierra, una historia etc.

Pero existe un concepto, un recorrido por el cual, la palabra viene a ser portadora de la “verdad”. Cuando la palabra dice “representar” una verdad universal, es ahí donde se licua toda diferenciación política. En ese sentido, la palabra vine a significar la posición de un lugar donde no existe el espacio a defender. Es un lugar indeterminado, la pura abstracción. Es ahí donde el medio se convierte en fin. Surge así el fetichismo de la discusión. El liberalismo es el exponente en este tipo de debates discusionistas.

Si la única verdad es el individuo, y este pertenece al mundo universal, la discusión se radicaliza. El individuo es el mundo, su lugar, la nada. Todo aquello que limita al individuo debe ser eliminado. En el liberalismo, este falseamiento histórico tiene estatus de ciencia. El yo individual existe, es real; el sentido colectivo, la voluntad general, la clase obrera, el espíritu de un pueblo, son puros mitos.

Por lo visto, el liberal discute desde la nada. Cuando pretende discutir sobre una particularidad, la nada como sustrato de un no-lugar universal irrumpe con violencia inmediata. La discusión se torna discusión. El liberal no puede decidir porque no puede ubicarse en la inmediatez de la indeterminabilidad.

El primero en ver esta indeterminación en el plano de lo politico fue Hegel con su crítica al romanticismo. Pero Hegel lo suma a su sistema y lo ubica como un momento de devenir de la historia en el desarrollo del espíritu universal. Pero es otro pensador conservador antiliberal y tradicionalista que ve en el liberalismo a su peor enemigo. Juan Donoso Cortés, aquel católico español que ve en el liberalismo a la clase discutidora.

Es notable la similitud entre Juan Donoso Cortes y Karl Marx. Ambos de jóvenes compartieron simpatías liberales, defensores de la libertad de expresión y todas esas cuestiones del primer cuarto de siglo XIX. Ambos tildaron a Proudhom de maniqueo; Marx en Miseria de la Filosofía y Juan Donoso Cortes en su Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo. Pero ambos, en su pensamiento de madurez defenderán la dictadura como medio de imponer una determinada política. La Dictadura del puñal o la Dictadura del sable, dirá Juan Donoso Cortes. Si alemán escribió en 1848 El Manifiesto del Partido Comunista, se puede decir que El discurso sobre la Dictadura de 1849 es el Manifiesto del Partido anticomunista.

El anticomunismo de Donoso no es un oposicionismo de un no-lugar como podría catalogarse al liberalismo decimonónico. Donoso propone como fuente de inspiración la monarquía tradicional española de orden católica y antiliberal. La tradición como fundamento de la realidad política. Su lugar, el Catolicismo, su oponente el Socialismo. Irónicamente Juan Donoso sostendrá que el liberalismo no decide entre Barrabas y Jesús. Entre ambos, el liberalismo no se decide. La posición, un no-lugar.

5 comentarios:

Charlie Boyle dijo...

Amigo ¿Ud. escribió esto? Muy interesante el planteo del discurso desde un no lugar, es decir una u-topía para no llevar al término al ámbito del urbanismo donde lo definió Auge.
Estoy trabajando esto mismo desde la gestión de los territorios, a partir de un documento muy interesante que arrimó Rib. Todas esas categorías liberales se caen con el posmodernismo.
La frontera, la nación, la soberanía, la nacionalidad. todos son categóricos imaginados y definidos por el liberalismo y asimilados como naturales.
Los discursos, y aquí quiero hacer la salvedad del que discursea para oirse a sí mismo lo vamos a dejar de lado por ahora, pueden y de hecho lo hacen basarse en todos esos lugares identificados como comunes pero que cuando uno los rasca un poquito se da cuenta que son puro cuento. Qué quiere decir por ejemplo la "reafirmación de la sobreanía argentina sobre las Islas MAlvinas", suena como hasta pendejada que ya nadie se la cree.
Sobre estos no lugares siempre hay una marcación previa de la cancha. Por ejemplo en los territorios existen los mapas que delimitan y ponen hitos facilmente reconocibles, pero los mapas no son inocentes, algo quieren denotar y justamente es una apropiación de esos territorios por parte del que los dibuja.
Los discursos en cambio vienen antes, preparan el terreno para los mapas, toda la literatura argentina del siglo XIX preparó el terreno para la conquista del decierto, la domesticación del gaucho, y la desaparición de indios y negros.

Charlie Boyle dijo...

Le dejo este párrafo de Silvia Adoue
En la primera hay una descripción geográfica del llano, en la segunda hay una descripción de los tipos humanos que en él viven y sólo en la tercera aparece la crónica histórica. El orden supone una relación causal: es la naturaleza que determina el carácter del pueblo y es esa naturaleza casi zoológica que genera la historia. El substrato ideológico es conformado por las teorías climática y racial y el darwinismo social spenceriano. Es sobre esa base que se fundó el ideologema “civilización y barbarie” como modelo explicativo del retraso relativo de las naciones latino-americanas.

Charlie Boyle dijo...

Aclaro por si no queda claro, Adoue se refiere al FAcundo de Sarmiento

Goliardo dijo...

Gracias Charlie, me alegro de que mi apunte le haya motivado una reflexión. Estos argumento los uso contra los procesos asamblearios, eternos procesos de discusion que noi llevan a nada. Casualmente es un catolico antiliberal que sostiene esto. Saludos

Charlie Boyle dijo...

http://carlosboyle.blogspot.com/2011/10/gestion-de-los-territorios-desde-la.html