“En la portada de la edición inglesa del “Leviatán”, de 1651, figura un grabado que, unido al título “Leviatán” y el lema tomado del libro Job, 41, 24 (“Non est potestas super terram quae comparetur ei”), hacen que, ya desde la primera hojeada, la obra de Hobbes produzca una impresión excepcional: un hombre gigantesco, compuesto por innumerables hombres pequeños, tiene en el brazo derecho una espada y en el izquierdo un báculo episcopal que protege una ciudad pacifica. Debajo de cada brazo, del temporal y del espiritual, figura una serie de cinco dibujos: debajo de la espada, un castillo, una corona, un cañón, luego fusiles, lanzas, banderas y, por ultimo, una batalla; paralelamente, debajo del brazo espiritual, un templo, una mitra episcopal, los rayos de la excomunión, distinciones, silogismo y dilemas sutiles, y, por último, un concilio. Estos dibujos representan los instrumentos de poder y de combate propios de la contienda entre los brazos temporal y espiritual. La lucha política, con el inevitable e incesante contener de amigos y enemigos, que abarca todos los campos de la productividad humana, crea en cada uno de los bandos armas especificas. A las fortificaciones y cañones corresponden en la otra banda instituciones y métodos intelectuales, cuyo valor combativo no es menor. Aparte del mismo del mismo título “Leviatán”, que, como sucede a todo título expresivo, se hizo más conocido y famoso que su contenido, este dibujo contribuyó en gran parte a dar la eficacia al libro de Hobbes. La importante adquisición de que tanto los conceptos como las distinciones son armas políticas, y más propiamente, armas de poderes “indirectos”, aparece ya bien perfilada desde la primera página.”
Carl Schmitt, El Leviathan en la teoría del Estado de Tomas Hobbes, Comares, Granada, pag 11-12.
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