Imagen: Francisco de Goya, Saturno devorando a su hijo (1819-1823)
Europa y la crisis de acumulación egoísta
¿Qué era lo que esperábais
ver al retirar
la mordaza que cerraba esas bocas negras?
¿Que entonaran vuestras alabanzas?
Jean-Paul Sartre, Orfeo Negro
la mordaza que cerraba esas bocas negras?
¿Que entonaran vuestras alabanzas?
Jean-Paul Sartre, Orfeo Negro
Introducción
Europa vive una crisis estructural de
acumulación egoísta. Europa vive del monopolio de la razón, del desencanto y
del sinsentido. Aunque, en esta oportunidad , Europa no tiene donde exprimir
materia prima para satisfacer sus demandas de grandeza.
Europa
cae del logos, de la pura abstracción y se encuentra arrojada
en el mundo concreto, y sin embargo, parece sostenida por la mera idea.
Las luces parecen encandilar a los iluminados. Europa cae desde las alturas
como un castillo de naipes. Y no es un metafísico como Descartes -que derriba
las estructuras de pensamiento-, sino el producto de esa metafísica que
se volvió in-sustentable en la larga noche ego-universal.
Pero
Europa puede ser superada por su propia negación. ¿Puede caer Europa sobre sí
misma como el retrato de Doran Grey, frente al pasado grandioso, jovial y
hermoso, mientras una forma de vida parece extinguirse? Europa puede mirarse en
su historia para reconocerse en el marco de una autoconciencia en
general, y recuperar su historia en particular. Europa ya no es Europa
en general. Europa ha dejado de ser universal.
En otro
tiempo, en un pasado grandioso, el universal se imponía a fuerza de
ciencia, torturas y desnutrición. En la actualizad, parece incierta la
capacidad coercitiva de ésas entidades metafísicas. Europa es concreta, mísera,
y es interpelado desde la mirada del otro pos-colonial como objeto de
conocimiento. Pero Europa parece encandilada frente al reflejo de narciso. Su
propia dialéctica la llevó a la dependencia estructural de su propia abstracción.
Europa mira como universal, mientras su situación concreta, real, es particular.
La política y lo político
Europa se
debate en una crisis política inédita en el marco internacional. Quizá,
comparable a la caída del imperio Romano. La sentencia de Oscar Wilde fue
elocuente: “El individualismo será el nuevo Helenismo”[1].
El triunfo del liberalismo ¾tanto desde el plano institucional, como cultural¾, se
llevó puesto las identidades culturales. Europa, caída al barro,
estructuralmente es incapaz de decidir. Encerrada en si misma, por
primera vez en siglos, Europa no marca el camino a la salida de la caverna. ¾¿No
ha notado Europa que hay otras Europas dentro de Europa?¾.
Lejos quedó aquel tiempo donde el camino parecía iluminado por esas bocas
rubias. La estructura universalista, despolitizada, impide
ver la estrategia general a la salida de la crisis. Ésta mirada le impide a
Europa ver lo sustancial de lo político: la ceguera sólo reconoce
diálogo y consenso.[2] En esta
mirada, no hay enemigos, sino amigos del logos. Error
conceptual de dependencia frente a la realidad. Europa parece
presa de la universalidad pírrica.
Pero
Europa puede ver en su historia, en sus pensadores, a los referentes de su
propia estructura conceptual. Europa tiene que pisar tierra, mojarse y
embarrarse para entender que en la sociedad, el conflicto es parte del
movimiento de esa realidad negada por la idea. Negar el
conflicto, no solo es despolitizar, sino radicalizar el universal a
fuerza de imposición. Lo que no reconoce la política, lo político lo
desborda. Georg W. F. Hegel entendió esta
dinámica como ninguno conjuntamente con otro olvidado, Carl Schmitt. Dos
pensadores olvidados, en la larga noche ego-universal. Olvidados por el
monopolio del diálogo y el consenso y negados por la crisis de acumulación
egoísta. Es decir, a fuerza de imposición del universal.
Hegel y
Schmitt
Europa tuvo una etapa de abstracción
pura. Hegel fue su máximo crítico, pero a la vez fue su máximo superador.
Hegel, al intentar mediar entre el pasado y el presente, quizá sea, el filósofo
en el cual, Europa debe mirarse frente al espejo.
Otro
pensador que bajó a Europa al barro de lo político fue Carl Schmitt. La
biografía de jurista católico quizá no sea la mejor desde el punto de vista
moral. Pero, como es sabido, este texto no pertenece al Tedeum del domingo (no
estamos para construir la Ciudad de Dios, sino para hacer de la Ciudad
de Babilonia un lugar políticamente más estable). Es por eso que desde el
plano real de lo político, la figura de Carl Schmitt, sea la más
relevante en la critica del individualismo liberal. En el plano de la teoría
política, la distinción específica de lo político, quizá sea su máximo
aporte a la critica del pensamiento abstracto de corte liberal. Carl Scmitt
puede dar el aporte concreto a la salida de la caverna iluminada. Desde él se
puede sostener una estructura de pensamiento crítico de la acumulación
egoísta sustentada por el individualismo universalizante. La abstracción
debe servir como herramienta para el análisis, y no como forma de vida
política.
Ambos pensadores, olvidados por la teoría
política europea ¾y
retomado por el pensamiento académico latinoamericano¾, finalmente, podrán ser
el soporte teórico para una relectura critica del pensamiento liberal;
pensamiento abstracto que en la actualidad, tiene a Europa en una crisis de
acumulación egoísta.
Entendemos por la política al
pensamiento concreto de la teoría del Estado en Hegel, y entendemos por lo
político al pensamiento de excepción de Carl Schmitt.
Veinte años de acumulación egoísta
La caída del muro de Berlín, significó en
el plano internacional, el triunfo del modelo de economía liberal. Eran tiempos
de estructuración del viejo Estado y de la nueva economía. Muchos pensaron, que
derribado el último gran antagonismo, llegaría la concordia, la paz y el
consenso universal. El mito fue hermoso. El problema es que los dueños de las
palabras terminaron creyendo su propia invención.
El mito, la leyenda de un mundo sin
conflictos partisanos, sin antagonismos políticos comenzó con el célebre texto
de Kant sobre la paz perpetua.
Buscad
ante todo acercaros al ideal de la razón práctica y a su justicia; el fin que
os proponéis –la paz perpetua– se os dará por añadidura.
El optimismo metafísico tuvo sus
desajustes. El hambre, la miseria, el desencanto, y el optimismo a la salida de
la segunda Guerra Mundial. La caída de los regímenes totalitarios dieron a
Europa una salida política a la cuestión histórica. El enemigo absoluto,
era combatido sin prejuicios en nombre la Humanidad.
Es así que Europa desgarró su pensamiento
de su realidad. De enemigo real (el totalitarismo singular), Europa pasó a
depender de un amigo irreal, “el individuo”.
Mientras el iluminismo francés torturaba en Argelia, y Alemania ocultaba
sus millares de desaparecidos, Europa (y occidente) celebraban el triunfo de la
razón y el individuo frente a las identidades culturales. Eran tiempos de
celebración de la promesa liberal. Algunos teóricos creyeron ver el progreso en
esta abstracción. No fue así, solo marginaron las tradiciones y las identidades
populares.
Como crítica a esta coyuntura, Carl
Schmitt escribió el más hermoso de sus textos explicando el ultimo elemento
telúrico de Europa: Teoría del partisano. Allí Schmitt relata el
surgimiento de la guerrilla de corte telúrica. El soldado irregular, el
partisano es un guerrillero sujeto a su propia historia. El partisano es un
soldado irregular en estado de excepción que se levanta en defensa de su suelo
patrio.
El partisano fue el ultimo antagonista de
la Europa moderna. Pero derribado el muro de Berlin, parece no haber lugar para
el antagonismo ni para la estructuración de lo político.
En otro glorioso
título, Carl Schmitt imaginó una historia sin enemigos:
Si
esta unidad quisiera ir más allá y construir incluso otra unidad cultural,
filosófica o "superior" desde el punto de vista que fuere —aunque la
misma, simultáneamente, tendría por fuerza que ser apolítica— se constituiría
en una corporación de producción y consumo, buscadora del punto de equilibrio
entre las polaridades de ética y economía. No conocería ni Estado, ni Nación,
ni Imperio; ni república ni monarquía, ni aristocracia ni democracia, ni
protección ni obediencia. Habría perdido absolutamente todo carácter político.
(Carl Schmitt, El concepto de lo político, 1933)
El temor de Carl
Schmitt es el mismo que temor de Weber y Heidegger.
¿
Sin embargo surge la pregunta acerca de en qué personas recaería el terrible
poder relacionado con una centralización económica y técnica a escala
planetaria.? (Carl Schmitt, El concepto de lo político, 1933)
Aquel hombre que Carl Schmitt imaginaba es el hombre individuo
despolitizado de la actualidad. El indignado.
Desde la perspectiva de Carl Schmitt, el
mundo es un pluriverso político en donde distintos Estados se agrupan
entre amigos y enemigos. Asia, Rusia, China, América del Sur,
África, etc. Quizás, el único alemán que entendió esta dinámica de lo
político fuera el mismo jurista maldecido.
La
humanidad como tal no puede librar una guerra desde el momento en que no
tiene enemigos, al menos no sobre este planeta. El concepto de la humanidad
excluye al concepto de enemigo porque el enemigo, no por ser enemigo deja de
ser humano y con ello no existe una diferenciación específica. (Carl Schmitt,
El concepto de lo político, 1933)
La humanidad solo tiene sentido excluyendo,
es decir, des-humanizando. ¾¡Lección magistral de
filosofía política de Carl Schmitt!¾ La exclusión
radicaliza el antagónico. Dentro del liberalismo totalizante, lo político termina
desbordando el marco del juego institucional. Un nuevo fantasma recorre sobre
Europa.
El otro pensador que Europa puede tomar
para reestructurar lo otro de lo político es Hegel. El Alemán
pensó la teoría política como la ciencia del Estado en la forma de realización
concreta de la idea. Hegel, ¾crítico dictadura del Terror de Robespierre¾,
entendió la política como la correcta mediación entre universal y
particular.
En el
tiempo que Hegel desarrolla su filosofía, Europa vive una época de convulsión.
El romanticismo político está a flor de piel. Los pueblos comienzan a
identificarse en una identidad nacional. La reivindicaciones históricas son
expuestas en panfletos y discursos de barricada. En especial, en Alemania, el
conservadurismo era muy fuerte. Los Junkers (grandes familias de la
Nobleza, propietarias de tierras) tenían gran poder, tanto económico como
político. Si bien, para principios de siglo (1800), Alemania era un Imperio
decadente, para 1820, Alemania -aunque no era un país de avanzada-, pero si
comenzaba a vislumbrarse el sistema económico que Hegel denominó sistema de
necesidades. Es decir, en el marco de una economía rural, comenzaba destacarse
en las ciudades la pequeña industria comercial.
Hegel,
gran conocedor de la política europea (para 1820, Hegel ya disponía de los
trabajos de David Ricardo) notó este cambio. Es así que su filosofía política
respondería a esa nueva coyuntura histórica. El Estado, el universal
concreto en el plano del espíritu objetivo (libertad real), asumía
la misión histórica de mediar entre una forma de vida envejecida y una forma de
vida que comenzaba a aparecer: surgía el antagonismo entre tradición y el
progreso.
El
análisis de Hegel es anticipatorio para su coyuntura como filósofo alemán, pero
tardío como filosofo europeo. En Inglaterra y Francia, el sistema de
necesidades comenzaba a mostrar su negatividad, la sociedad comenzaba a
conocer un nuevo -¿sujeto?- social: el miserable. Como modo de
producción moderna, en el sistema de necesidades no hay lugar para
todos. La división del trabajo, conjuntamente con su producto, el “pobre” de
las grandes ciudades, eran el caldo de cultivo para la destrucción misma del
Estado. La falta de sustentabilidad económica en gran parte de la sociedad
generaría el movimiento pendular destructivo, que en tiempos de Hegel, comenzaba
a vislumbrarse. El primer gran teórico del Péndulo fue el maestro de Marx.
Es así,
que Hegel vio la solución al problema político por excelencia, la mediación
entre tradición y progreso. El gran problema a solucionar, la
pobreza estructural del sistema capitalista. La solución de Hegel es la misma
que hoy, en la actualidad, escoge gran parte del tercer mundo.
Hegel entendió que la política es
mediación. Esto se logra con las constitución de un Estado con la capacidad
concreta de mediar entre un mundo que envejece y otro que florece. La Filosofía
del Derecho es la obra de esta teoría política. Revolución y Restauración
ya habían antagonizado en la Europa pos napoleónica. Hegel entendió que el
Estado es el único que puede mediar entre La Familia (las identidades
populares, las tradiciones sujetas al suelo patrio) y la Sociedad civil
(el mundo de la economía de mercado y del individuo enajenado). El texto de
referencia de Hegel es célebre:
“Cuando la sociedad civil funciona sin trabas, se produce
dentro de ella el progreso de la población y de la industria. Con la
universalización de la conexión entre los hombres, a causa de sus necesidades y
del modo en que se preparan y producen los medios para satisfacerlas, se
acrecienta la acumulación de riquezas, pues de esta doble universalidad se
extrae máxima ganancia. Pero, por otro lado, tiene como consecuencia la
singularizacion y limitación del trabajo particular, con ello la dependencia y
miseria de la clase ligada a ese trabajo, lo que provoca su incapacidad de
sentir y gozar las restantes posibilidades, especialmente los beneficios
espirituales que ofrece la sociedad civil.” (Hegel, 2004: 218, § 243)
Aquí Hegel está
pensando en la Revolución Industrial y en la expulsión del campesinado a la ciudad. Pero una lectura mas atenta de
la teoría del Estado en Hegel nos lleva a postular un elemento singular en la
obra. Esta lectura atenta la hizo Eric Weil en su célebre obra.
“En
el Estado, había dicho Hegel ningún momento debe mostrarse como multitud desorganizada.
Hay que subrayar este debe.” (Weil, 1999: 164)
Un deber ser del Estado.[3]
Aquí es donde conectamos la política y lo político. La política,
la construcción de un Estado con la capacidad de imponer una orientación. Lo
político, la forma en construir relaciones de poder por el cual, las
identidades políticas mantienen en tensión el movimiento que lo hace posible
dentro de un marco institucional formal.
La (des)ilusión
de un porvenir
Europa se enamoró de su propia
universalidad. La Humanidad, representada por la razón y la cultura europea, en
el plano de un mundo pluri-versal queda estéril frente a la realidad. Es el problema
de pensarse así si mismo como idéntico a si. Es así que en los últimos 20 años
de despolitización, irrumpe el antagonismo más radicalizado. Es aquello que
Hegel denominó la plebe, hoy toma nombre de indignado. En un
mundo, en una cosmovisión sin realización concreta, canalizable a través de los
mecanismos institucionales del sistema legal, la salida siempre es disruptiva.
El indignado europeo es un individuo no reconocido por el Estado como diferente.
Hegel vio esta problemática en 1820. Carl
Schmitt imaginó un mundo sin conflictos cien años después. Hegel pensó la
política y Schmitt lo político. El primero parece ser el Hegel que
olvidaron en Europa, pero que fue rescatado en gran parte de Latinoamérica. El
segundo también fue retomado por esas bocas negras. Porque la reestructuración
del Estado requiere la mirada y la diferenciación entre amigos y enemigos.
Tomar lo político para retomar la política.
La lucha política es un ejercicio espartano. Europa parece olvidar el ejercicio
de la excepción. Hay otro olvido del ser.
¾ Me olvidada¾ ¡Es el Nuevo
Helenismo, estúpido!
(Ensayo ganador del Concurso 20 años UNSAM, Escuela de Humanidades)
Bibliografía
Hegel Georg W. F (2007),
Fenomenologia del espíritu. Fondo de Cultura Económica, Argentina
Hegel Georg W. F (2004), Principios
de la filosofía del derecho. Sudamericana, Buenos Aires.
Kant, Inmanuel, (1795 ), Sobre la paz perpetua.
(disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/la-paz-perpetua--0/
Schmitt, Carl. (1932) El
concepto de lo político, (disponible en http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm
)
Schmitt, Carl, (1963), Teoría del Guerrillero,
(disponible en: http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_TeoriaDelPartisano.htm
Weil, Eric (1999), Hegel y el Estado. Cinco conferencias
y un apéndice, Ediciones elaleph.
[1] Oscar Wilde,
El alma del hombre bajo el socialismo, 1891
[2] Imagina
usted lector, el acuerdo posible, racional entre un amo y un esclavo (pongamos,
Alemania y Grecia). El amo decide nombrar las palabras, mientras el esclavo las
reproduce. En esta dialéctica, “rescate” significa “ajuste”. Muy bueno dialogar
con lenguaje discrecional a cargo de los amos.
[3] Un deber
ser en sentido no kantiano, sino e sentido Maquiavélico. Deber ser
como Razón de Estado