Hubo un tiempo donde el poder soberano se ejercía creando la ley. El soberano podía hacer y deshacer un orden jurídico-político. El célebre español, y pensador conservador Juan Donoso Cortes estableció la analogía que luego tomara Carl Schmitt para explicar la soberanía. Dice Donoso:
Pues bien, señores, si con respecto al mundo físico Dios es el legislador, como respecto á las sociedades humanas lo son los legisladores, ¿gobierna Dios siempre con esas mismas leyes que él á sí mismo se impuso en su eterna sabiduría, y á las que nos sujetó á todos? No, señores, pues algunas veces, directa, clara y explícitamente manifiesta su voluntad soberana, quebrantando esas mismas leyes que él mismo se impuso, y torciendo el curso natural de las cosas. Y bien, señores, cuando obra así, ¿no podría decirse, si el lenguaje humano pudiera aplicarse á las cosas divinas, que obra dictatorialmente? (Juan Donoso Cortes, Discurso sobre la Dictadura, 1849)
Los conceptos jurídicos del Estado son conceptos teológicos secularizados. En el plano teológico se llama Milagro, y en el estado jurídico-político excepción. La decisión soberana es Milagrosa y Excepcional.
Esta tesis sobre la soberanía es tomada por Car Schmitt para criticar la supuesta neutralidad del liberalismo político.
Desde la perspectiva de Carl Schmitt, el liberalismo neutraliza la decisión en tanto se abstrae de la realidad concreta. Abstraerse en indeterminarse. Como dice Donoso, el liberalismo no decide entre Jesús y Barrabas, simplemente discute.
Tomando la conciencia desgraciada de Hegel, Schmitt parte de la indeterminación del liberalismo. Este modelo neutral es llevado al procedimiento legal del modelo democrático-liberal. Es así que el liberalismo pretende eliminar todo espacio de decisión, elemento fundamental de ejecución política. Para bajar la norma a los real, es necesario decidir.
El liberalismo pretende una sociedad normal, es decir, gobernado por la norma jurídico legal. Esta normalidad es la soberanía desde el plano jurídico. Es el sueño liberal por excelencia.
Pero la decisión sigue siendo el hecho maldito. La decisión se realiza entre la multiplicidad del recobijo jurídico. Hay elementos de decisión que nuestro modelo jurídico político contiene dentro de su norma.
Es así que en los últimos tiempos, la cadena nacional le sirvió a Cristina como espacio de irrupción de la normalidad liberal mediática. La cadena Nacional es el espacio donde Cristina puede llegar directamente a la sociedad sin intermediarios. Los medios opositores pretender ser la medicación entre el Estado y la Sociedad. Pero como es sabido, la neutralidad es mera pretensión de imposición de una soberanía corporativa extra-estatal. Imponer un orden (superestructural en este caso, través del ocultamiento de la información) es el elemento fundamental que el liberalismo intenta llevar al Estado. La palabra, el relato es el terreno donde se lleva esta especificidad de lo político. Corporación económica mediática o soberanía popular del voto democrático. Esta es la cuestión. Es así que Cristina encontró un elemento, un espacio de intervención simbólica que cruza la normalidad del sentido común de la sociedad. Cristina llama a esta “normalidad”, cadena nacional del desánimo. La soberanía política se expresa en la palabra presidencial sin medición corporativa. La cadena nacional llega sin medicación. Es una especie de comunicación de democracia directa. Porque, parafraseando al célebre español,
Cuando la noticia basta para informar, la noticia; cuando no basta la cadena nacional.